viernes, 14 de septiembre de 2012

EXTREMA POBREZA

En estos días recibí unas papitas criollas que me enviaron de Colombia. Debo confesar que es el alimento que mas extraño en esta lejanía. Así que las disfrute al máximo(en ajiaco, fritas, fritas y más fritas). Ahora que se acabaron desee tener mas para hacer sopa de pasta.

El caso es que cuando hice el ajiaco pele las papas y como estas papas aquí son un tesoro invaluable guarde hasta los pellejos y está acción me hizo retroceder en el tiempo.
Yo tenía de nueve a once años. Estábamos viviendo en una casa lote en el barrio Santa Inés  un lugar que recuerdo como muy bonito. Acostumbrados a vivir en una pieza de inquilinato este lugar era espacioso y para nosotros solos. Recuerdo que la puerta era de madera rustica no tenía ningún tipo de cerrojo así que un gran paral era el seguro, se entraba a un zaguán y terminando este había un patio con una hermosa y gran planta de zarcillo  que siempre, siempre estaba muy floreado(buscando una imagen de la planta encontré que su nombre oficial es la fucsia).
 La casa constaba de un gran local(habitación ) un baño y cocina. Subíamos una pequeña escalera y allí estaba el lavadero y frente a este un rancho en latas con un pequeño muro de ladrillo. El resto de la casa era un gran jardín con por lo menos 4 árboles gigantes, en uno de ellos instalamos un columpio. La casa estaba cercada con latas y como teníamos una perrita cuando estaba en celo los  perros, armaban tremendos tropeles, se colaban por las latas  se agarraban y en la persecución  y huida retumbaban las latas y no dejaban dormir. De esta situación tengo el mas amargo recuerdo mi madre un día decidió ahorcar la perrita que era nuestra mascota. Nunca pero nunca he perdonado a mi madre por esa acción que me Castro de por vida por que soy incapaz de entregar mi amor a un animalito por miedo, si hasta les tengo pánico.
Yo estudiaba en la escuela Santa Inés en cuarto de primaria, mi madre trabajaba todo el día mi hermano mayor y el menor estaban donde mis abuelitos y estábamos aquí mi hermana y mi hermano Pedro que estudiaban por la mañana yo estudiaba por la tarde así que para dar seguridad a la casa tenía que poner la tranca de la puerta y salir por el rancho de lata subiendo por un dentado de ladrillo. Era riesgoso.  Un día resbale y la teja de lata me corto la mano entre el dedo del corazón y la palma de la mano, yo me asuste muchísimo sobretodo cuando vi la herida. Mi mano totalmente blanca sin una gota de sangre una herida profunda que me permitía ver los tendones. Aùn así me fui a la escuela y le mostré a un compañero la herida y este fue de lambon a contarle a la profesora que me hecho alcohol para desinfectar y si no me había dolido hasta ese momento. ¡Ay! Ahí senti que me Escocia hasta el alma , ayayay.  Por nuestra precaria situación no me llevaron al médico por que de seguro me cogerían puntos. Aquí tengo la cicatriz. A veces  olvidamos eventos, pero de cuando en cuando si encontramos la cicatriz recordamos la batalla que nos dejo esa huella( ahora la cicatriz es como de dos centímetros pero cuando me la hice recuerdo que era como de 7 o 8 centímetros).

Un día  mi mami estaba moliendo maíz. A ella siempre le gusto cocinar el maìz peto para hacernos arepas , pero se había perdido el tornillo que fijaba el manubrio del molino y se escacho la manija y mi madre se dio un golpe tenaz en un ojo, nosotros éramos pequeños y mi pobre madrecita se retorcía en el piso de dolor, yo no sabia que hacer y terminamos todos abrazados y llorando, me acuerdo que mi madre se coloco un trozo de carne cruda para que no se negreara.Muchos días estuvo con el ojo negro cualquiera diría que la habían golpeado, pero no. Los accidentes suceden.

Ahora si, el motivo de mi escrito. " Los pellejos de la papa criolla" por aquella época vivimos la crisis económica más cruel que recuerdo. No teníamos para comer. Sacamos los pellejos de papa de la basura  los lavamos muy bien los cocinamos con sal y le pusimos mantequilla. ¡Dios que manjar! Si.  Recuerdo que eran deliciosos. He querido repetir el manjar y si. Tienen buen sabor, pero un sin sabor cuando recuerdo esa etapa de nuestras vidas.


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